Salud Capilar
Revista YOU ARGENTINA | mayo junio 2007
Aunque siempre ha habido mujeres con alopecia, la calvicie ha sido
fundamentalmente cosa de hombres. Pero algunos cambios en los estilos de
vida pueden tener graves repercusiones sobre el pelo de las mujeres.
¿Habrá más calvas entre las mujeres del siglo XXI? De momento, no hay
estadísticas al respecto, pero los especialistas advierten de que el
estrés y las dietas adelgazantes pueden desencadenar o agravar la caída
del cabello y conducir a una alopecia que, una vez instaurada, es
difícilmente reversible.
Una cabellera normal, tanto en hombres como en mujeres, tiene unos
100.000 cabellos. Con esa dotación nacemos y con ella moriríamos si en
medio no se interpusieran una serie de factores genéticos y ambientales
que merman ese capital, a veces de forma dramática. Que caigan pelos al
peinarse puede ser normal. Que caigan muchos puede ser el pasaporte
hacia la calvicie. ¿A partir de cuántos? Los especialistas no se han
puesto de acuerdo en una cifra. Pero si se pierden “cien diarios”
conviene comenzar a ocuparse.
Al nacer, nuestro organismo tiene capacidad para tener entre 33 y 38
ciclos de pelo, y cada uno de estos ciclos tiene una vida media de tres
años. Por lo tanto, si se siguiera esta secuencia nadie debería quedarse
calvo antes de los 100 años. Pero si los ciclos se aceleran y en vez de
tres años duran la mitad, se agotan antes.
La alopecia es un proceso hereditario en el que intervienen múltiples
factores y genes. Desequilibrios hormonales, estrés o deficiencias en
la nutrición pueden desencadenar el proceso en las personas que tienen
predisposición a la alopecìa. Hay que distinguir entre dos grandes
grupos: la alopecia androgenética (caída del cabello por una alteración
hormonal en casos de predisposición genética) y el efluvio telògeno
(pérdida de pelo como consecuencia de la dieta, de una enfermedad grave o
como efecto secundario de ciertos medicamentos).
Según el Dr. Francisco Camacho, jefe del Departamento de Dermatología
Médico-Quirúrgica y Venereología del hospital Universitario Virgen
Macarena de Sevilla y autor del libro “TRICOLOGIA, enfermedades del
folìculo pilosebàceo”: "El 20% de las mujeres españolas de entre 20 y 89
años sufre alopecia. De ellas, un porcentaje muy alto, especialmente en
el grupo de edad de 16 a 29 años, siguen dietas de adelgazamiento y no
ingieren suficientes nutrientes, como proteínas, ácidos grasos o
ferritina. El cuerpo necesita estas reservas proteicas para órganos como
la médula ósea, el pulmón o el hígado, y si no las obtiene de la
alimentación, las toma del pelo".
En las mujeres de 30 a 39 años son más frecuentes otras carencias
nutricionales, como la falta de biotinas, vitamina B12 o hierro. Además,
cada vez hay más mujeres que no asimilan bien el hierro, por eso antes
de seguir un tratamiento farmacológico contra la alopecia se debe optar
por un régimen alimenticio hiperproteico rico en carnes rojas.
Hasta el año 2000 todos los tipos de caída del cabello se catalogaban
como alopecia androgenética femenina. Hoy prevalece la clasificación de
la científica americana Elise Olsen, que distingue entre alopecias
precoces (las que aparecen antes de la menopausia) y tardías. En cada
uno de estos dos grupos, distingue a su vez entre alopecias que
presentan elevación de andrógenos y las que no. En los grupos de mujeres
en los que están aumentados los andrógenos, el proceso de la enfermedad
es similar al del varón. En las que no hay exceso de andrógenos se
produce efluvio telògeno, con una caída paulatina y difusa del cabello.
"Una de las principales enzimas involucradas en la alopecia es la 5 alfa
reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona,
hormona androgénica responsable final de la alopecia. El exceso de
funcionamiento de esta hormona se produce desde el nacimiento, pero no
se manifiesta hasta que no se desarrollan las hormonas sexuales, a
partir de la adolescencia. La alopecia androgenética se produce porque
hay una mayor sensibilización de los folículos pilo sebáceos a la
dihidrotestosterona, y no porque haya un exceso de ésta" (1)
A veces, cuando el efluvio telògeno se cronifica, puede confundirse
con alopecia androgenética, y se deben hacer pruebas diagnosticas
diferenciales, entre ellas la medición del diámetro del cabello. En el
efluvio telògeno crónico, que muchas veces aparece de forma brusca en
mujeres de entre 40 y 60 años, los cabellos son más finos pero no
alcanzan los niveles de los de la alopecia androgenética. Un cabello
normal tiene un grosor de entre 0,055 y 0,085 milímetros, pero en la
alopecia androgenética el diámetro es menor de 0,04 milímetros.
El estrés es otro de los factores que más se asocian a la caída del
pelo. Sin embargo, los expertos insisten en que en la mayoría de las
ocasiones lo que popularmente se conoce como alopecia de estrés no es
otra cosa que un empeoramiento de una alopecia androgenética. La única
alopecia científicamente admitida como alopecia de tensión o estrés es
la alopecia areata, aquella que se produce por un choque emocional grave
derivado de situaciones como la muerte de un familiar, una ruptura de
pareja, problemas económicos graves y situaciones emotivas muy intensas.
Cuando el estrés es debido al exceso de trabajo o a un ritmo de vida
excesivamente acelerado, son alopecias androgenéticas que se agravan por
esta circunstancia, que produce un aumento de andrógenos en las
glándulas suprarrenales" (2).
Pero la caída del cabello también puede deberse a un estrés físico,
como la acción de los rayos ultravioleta. En 1996 se observó que entre
los pacientes con alopecia había una serie de personas con zonas del
cuero cabelludo al descubierto a los que se les caía todavía mucho más
el pelo. Esto significaba que unos tres meses antes había existido un
traumatismo. Se llego a la conclusión de que este daño se había generado
por efecto de la luz solar, aunque no averiguaron el mecanismo por el
que se producía este trastorno (2.1).
Otras investigaciones demostraron que el pelo actúa como una fibra
óptica capaz de absorber la intensidad lumínica y transmitirla hasta el
bulbo piloso. "Allí, los melanocitos actúan como micropilas y producen
una reacción que provoca la caída del pelo" (2.2).
(1) Dr. Manuel Velasco, del servicio de Dermatología del hospital Arnau de Vilanova (Valencia).
(2), (2.1), (2.2), Trabajo del equipo de Tricología del hospital Virgen
Macarena, dirigido por el Dr. Camacho y a un grupo de investigación
alemán coordinado por el Dr. Ralf Paus.
(*) TRICOLOGO -DGEP de la "GENERALITAT de
CATALUNYA", BARCELONA
S -3865- N 0521 www.cabelloysalud.com
Tel: (54 11) 48 25 48 50 -Beruti 2522 P 5 B
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Edición Mayo/Junio 2007 - Año I Nº6
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